
Los virus, esos desconocidos
Con la pandemia del SARS-CoV-2, los virus están de dramática actualidad. Pero en este post no pretendemos hablar del Covid-19, sino apuntar más bien a cómo entendemos estas estructuras moleculares que están en el límite de lo que puede considerarse o no “un ser vivo”.
¿Qué son realmente los virus?
La visión ordinaria que todos tenemos de los virus como agentes infecciosos no-vivos, es una perspectiva antropocéntrica. Sin embargo, los hallazgos más recientes nos están haciendo cambiar hacia una perspectiva más bien “virocéntrica”. Veamos por qué.


El genoma, campo de la Evolución
Los virus podrían haber estado en el origen de la vida en un estadio pre-celular. Serían así “fósiles vivientes” del arcaico mundo-RNA.
Por otra parte, el genoma humano es un océano inmenso de ADN no-codificable en el que hay unos cuantos islotes de código genético, un 3%. A lo largo de la evolución, este genoma va cambiando y ampliándose, bien por errores en la duplicación, mutaciones, o por la agresiva duplicación del ADN móvil (transposones o genes saltarines). Estos genes móviles invadieron el genoma de los organismos y se fueron acumulando como “parásitos genómicos”pudiendo influir en la expresión de los genes . Así, el genoma ha constituido un campo de la Evolución.
¿Son estos genes móviles, o “saltarines” los virus? Si la respuesta es positiva, y todo apunta a que sí, la evolución darwiniana debería considerarse como una co-evolución de los virus con sus células-huésped.

Aunque la detección de virus suele ser sinónimo de enfermedad, el pensamiento actual otorga a los virus un papel semejante al de los microorganismos con los que convivimos, como la flora intestinal. En efecto, los virus son colaboradores funcionales necesarios y parte integral de nuestro organismo. Se ha visto que el “viroma” cambia con la dieta, la localización geográfica o el estilo de vida, colabora en la inmunidad, influye en la muerte celular programada o apoptosis así como en el control del microbioma residente.
Así, los organismos dependen no sólo de sus procesos internos, sino de su relación con el microbioma residente, tanto comensal como parásito, con los agentes del ecosistema y, también, con el material genético intracelular, el campo en el que actúan los virus.